Tanto para hortalizas como
incluso frutales, el sistema de cultivo en bancal profundo se ha usado desde la antigüedad, y
precisamente por sus buenos resultados, ha llegado hasta nuestros días siendo
uno de los sistemas de cultivo mejor valorados y más usados. Con el bancal
profundo se puede incrementar el rendimiento hasta 4 veces más que con otro
tipo de bancales.
La
clave del bancal profundo está en que la tierra está aireada, mullida y
esponjosa, así las raíces de los cultivos se desarrollan mejor, ya que tienen
más espacio y resulta más fácil la captación de nutrientes y agua. Esto proporcionará
mayor salud y vigor a los cultivos, lo que se traduce en una mejor respuesta
ante posibles plagas y enfermedades.
Es una
excelente opción, especialmente para pequeños espacios, ya que, el bancal
profundo permite sacar el máximo rendimiento de pequeños terrenos.
Cuando
optamos por el bancal profundo o elevado debemos tener muy claro que no debemos
pisar el terreno en el que vamos a cultivar, como indicamos antes, una de las
claves de este tipo de cultivo es que la tierra está mullida, suelta y aireada.
Por eso es recomendable que la anchura del bancal esté entre 1 y 1.5 metros,
para facilitar su acceso y manejo.
Cuando
ya hemos decidido dónde vamos a crear el bancal, lo delimitamos con una cuerda
y estacas en cada esquina. Lo primero es airear la tierra y descompactarla. Si
la tierra está muy compacta, posiblemente necesites la horca para
descompactarla más fácilmente.
Una vez
que ya tienes la tierra del bancal bien descompactada, si fuera necesario,
puedes añadir materia orgánica como compost, para mejorar la calidad y
fertilidad de la tierra. Repártelo sobre toda la superficie.
A
continuación comenzamos a cavar la primera zanja. La profundidad y ancho de la
zanja puede ser de entre 30 a 50 cm y dependiendo de su medida nos saldrían
entre 2 y 4 zanjas. Reservaremos la tierra que hemos sacado de esta primera
zanja. Si te encuentras piedras es recomendable quitarlas. Descompacta ahora el
suelo de la zanja.
Cava la
segunda zanja y echa la tierra sobre la primera dándola la vuelta para que así
la parte más interna quede ahora en la superficie. Esto se hace para que los
microorganismos beneficiosos que proporcionan vida y fertilidad en la tierra
los podamos seguir aprovechando y no se pierdan. Sigue cavando y echando la
tierra sobre la primera zanaja hasta que termines. Podrás observar que
sobresale bastante tierra del nivel del suelo. Esto sucede al descompactar la
tierra en un primer momento y posteriormente cuando hemos descompactado el
suelo tras cavar la primera zanja. Cuando has vaciado la segunda zanaja,
descompacta su suelo.
Sigue
repitiendo esta operación tantas veces como zanjas realices. La última zanja la
rellenarás con la tierra que has sacado de la primera. Y si te sobra tierra la
puedes usar para realizar almácigos o semilleros.
Cuando has finalizado todas las
zanjas, nivela la superficie con un rastrillo o similar y finaliza añadiendo
una cobertura
o mulch sobre el
bancal. El mulch va a retener la humedad, mantener un buen nivel de materia
orgánica, va a crear humus, evitar la erosión de la tierra, etc. Los
materiales para mulch son: paja, cartón, papel, algas marinas, hojas, etc.
Además evitará la proliferación de adventicias o frecuentemente mal denominadas
“malas hierbas”, te recomiendo leer este artículo sobre
sus beneficios para que puedas aprovecharlos.
Recuerda,
no pises sobre los bancales para no compactar la tierra.
(Información de Eco agricultor)
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