En esta serie de artículos vamos a intentar explicar lo que para muchos es una confusión a la hora de entender el tipo de semilla con el que estamos trabajando en la tierra, de mano de Geraldine Sanz Mc Carron nos explicará que son las semillas tradicionales, las semillas Hibridas (F1) y las semillas transgenicas.
¿Qué son las semillas hibridas y como se forman?
Un híbrido F1 es la primera generación resultante
del cruce entre dos variedades diferentes, que poseen alguna característica especial que se
quiere transmitir a la descendencia. La diferencia con el proceso tradicional
de hibridación entre variedades es que, para producir el híbrido F1, las
plantas madres deben descender de líneas puras para así poder transmitir
las cualidades deseadas.
Para conseguir estas líneas puras, las plantas son
autofecundadas (a veces a mano) durante varias generaciones; los
científicos pueden tardar hasta 8 años en conseguir una línea pura. Una vez
conseguidas, las cruzan, resultando en el híbrido F1, una variedad con
alto rendimiento inicial (vigor híbrido) y dependiente de productos
químicos. Al cultivar el híbrido F1, si se guarda semilla de éste se
obtiene semilla F2, de segunda generación, y que presentaría características
diferentes al F1 (con muchas plantas malformadas, enanas o poco productivas),
por lo que se debe comprar la semilla cada año.
Introducidas a partir de 1940, con la “Revolución
Verde”: el proceso de conversión de un sistema agrícola tradicional a uno
moderno e industrializado, a través de la introducción de semillas modernas,
agroquímicos y maquinaria.
La selección de las semillas pasó de realizarse en
los campos a manos de agricultores/as –que buscaban cualidades como el sabor,
resistencia a plagas o enfermedades, adaptación al clima local, etc. – a
realizarse por científicos en laboratorios, buscando cualidades más
adecuadas para la industrialización, como la uniformidad, resistencia a
largos transportes (p.e. tomates con la piel más dura), adaptación a la
cosecha mecanizada (como p.e. guisantes que maduren todos a la vez, lo cual
no le interesa al pequeño agricultor)…
Otro motivo más oscuro es el intento de las grandes
compañías de semillas de obtener el poder sobre el mercado de la alimentación,
una necesidad básica de la Humanidad. A éstas no les interesa producir semillas
de polinización abierta (las tradicionales) ya que el campesino/a puede
guardar la semilla y entonces se les acaba el negocio. En un intento de controlar
la base de la cadena alimentaria, crearon estas semillas, que deben
comprarse cada año. Debido al largo proceso de creación de un híbrido, estas
semillas son más caras que las tradicionales.
Los híbridos F1 son parte de un modelo agrícola
dependiente de grandes cantidades de productos químicos, como
fertilizantes, pesticidas, y plaguicidas, resultando también en un provechoso
negocio para las compañías que los producen (que en muchos casos son las
mismas que producen las semillas). Las compañías petroleras también
resultaron beneficiadas, al tratarse de un modelo industrializado
dependiente de petróleo, con la introducción de grande maquinaria agrícola.
¿Cual es el problema de las semillas
híbridas?
Aunque inicialmente los híbridos produzcan un mejor
rendimiento de las cosechas, el alto coste social, económico y ambiental
que provocan no compensa este incremento de cosechas. A inicio de los años 80,
los campesinos/as ya empezaron a encontrar problemas. Los híbridos estaban
diseñados para producir bien en condiciones de laboratorio.
Mientras que antes los campesinos/as seleccionaban
las semillas que mejor se adaptaran a su granja, ahora debían adaptar sus
granjas a estas semillas, añadiendo químicos, sistemas de irrigación y un gran
surtido de maquinaria agrícola. Como resultado, el uso de grandes cantidades de
agua y agroquímicos contaminó altamente los suelos y el agua y empobreció la
tierra, dejando suelos menos fértiles (desde la II Guerra Mundial, se ha
erosionado suelo cultivable equivalente a la superficie de China e India juntas
por la acción humana, debido, entre otras causas, al abuso de agroquímicos).
La contaminación de suelos y agua tiene y tendrá grandes consecuencias para
nuestra salud.
El hecho de que agricultor/a debe comprar la
semilla cada año, así como el coste más elevado de éstas y su pack de
agroquímicos, genera una gran dependencia del campesinado respecto de
las grandes compañías.
La sustitución de las variedades tradicionales
por estas más modernas ha provocado una gran pérdida de biodiversidad
agrícola. Miles de variedades se sustituyeron por unas pocas
variedades comerciales (p.e. los tomates tradicionales son sabrosos y de
múltiples formas y colores; las variedades modernas se limitan a tomates rojos,
redondos y sin sabor). No sólo estamos perdiendo diversidad en sabores, formas
y colores, o plantas con ciertas resistencias naturales, sino que también
perdemos cualidades interesantes para los pequeños agricultores.
Las grandes compañías centran básicamente su
investigación y desarrollo en estas semillas (y transgénicas), ya que no
quieren destinar recursos económicos a desarrollar variedades tradicionales que
se pueden autoreproducir. Salvaguardar las semillas tradicionales y la
diversidad genetica queda en manos de los pequeños bancos
de semillas, campesinos/as, pero sobre todo de nosotros mismos a la hora de
cultivar nuestros alimentos.
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