Cerca de 300.000 agricultores estadounidense se unieron con el fin de demandar a Monsanto por contaminar sus campos, a las personas y a la naturaleza.
Monsanto, la
empresa de semillas manipuladas genéticamente, sigue sumando enemigos en
todo el mundo y principalmente en su país de origen EEUU.
Cerca de 300.000 agricultores
estadounidense se unieron con el fin de demandar a Monsanto por contaminar sus
campos, a las personas y a la naturaleza. Son millones de hectáreas de campo,
de medianos y pequeños agricultores, las que se han contaminado con semillas
transgénicas con la polinización.
Lo que más les preocupa al gremio
de agricultores, es que esto sucede sin que ellos lo quieran y como si fuera
poco, la empresa Monsanto les cobra y además los demanda por utilizar sus
semillas. Una práctica poco transparente que esta sucediendo en varias partes
del globo. De hecho, algunos países han cortado el problema de raíz prohibiendo
toda semilla que venga de Monsanto.
La jueza Naomki
Buchwald, del distrito sur de Nueva York, decidirá este mes si
efectivamente se concreta ante un juzgado la demanda contra esta
mega corporación. Otros 270 mil granjeros orgánicos cursaron una
demanda el año pasado, pero aun no tienen una respuesta satisfactoria.
En Estados Unidos un 90% de los
campos de cultivo tienen semillas trangénicas. Monsanto ha sido mundialmente
conocido por perseguir a los pequeños agricultores cobrándoles los
derechos de las semillas, muchas granjas han tenido que ser vendidas y
miles de granjeros han terminado en la calle, o endeudados con Monsanto a
pesar de nunca haber plantado una de sus semillas intencionalmente.
Claramente, Monsanto gana más
cobrando por las patentes de las semillas que vendiéndolas. Una gran parte de
agricultores norteamericanos han decidido unirse a "rebelión
orgánica" que pretende utópicamente que de una vez por todas la ley apoye
a los pequeños trabajadores y no a las grandes transnacionales.
“Las amenazas de Monsanto y el
abuso a los agricultores y sus familiares se detiene aquí” exclamó Jim
Gerritsen, presidente de los Productores de Semillas Orgánicas y la Asociación
de Comercio. Los agricultores se amparan en la tan mencionada "democracia
norteamericana" y exigen el derecho a elegir que tipo de comida plantar y
que alimentos dar a sus familias.
Los demandantes son miles y su
demandas son absolutamente justas, pero hay un factor que juega en su
contra: Las influencias de las transnacionales.
Si Monsanto no ha caído, es por
que en Estados Unidos y en el mundo tienen "santos en la corte", o
mejor dijo importantes influencias en los centros de poder de las naciones.
Sin ir muy lejos nos enteramos
que el ex abogado del Departamento de Agricultura de EE.UU. ha trabajado para
Montsanto, se trata de Michael Taylor, quien recientemente fue nombrado
como el comisionado adjunto de alimentos en los Estados Unidos, Food and Drug
Administration (FDA).
Hay que recordar que el FDA ha
sido la piedra en el zapato de los grupos de protección al consumidor, ya que
esta administración jamás permitió que en los Estados Unidos se etiquetaran
los productos que eran modificados genéticamene, siendo que en Europa
y en otras latitudes, cualquier alimento que sobrepase un 0,9% de
contenido transgénico debe advertirlo en una etiqueta.
Cabe señalar, que seguramente
Taylor es solo uno de los palos blancos que
esta transnacional de ingeniería genética tiene a la cabeza
de ciertas autoridades estadounidenses. (Tomado de Veo Verde)
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