viernes, 16 de enero de 2015

El arma química con la que cultivan fresas en California



El consumo de fresas en EE.UU. se ha doblado en la última década.
Rojas, suaves, jugosas… y cultivadas con una sustancia que una vez se usó en la guerra. Son las fresas de California, ahora en medio de un debate nada dulce que involucra elementos de salud pública, economía y sustentabilidad.
Si usted ve esta fruta en un supermercado de cualquier parte de Estados Unidos es muy probable que provengan de California. Pero también es posible que llegue a ellas si las compra en Canadá, México, Japón o Hong Kong, algunos de los principales destinos de exportación.
Y es que de esta región de clima templado y soleado sale cerca del 90% de las fresas que se producen cada año en todo el país, en una industria que genera alrededor de US$2.600 millones anualmente. Mientras, cerca del 16% de la producción local se vende al extranjero.
La principal razón de que California se haya convertido en el lugar de EE.UU. y del mundo en el que más fresas se cultivan se encuentra en que sus campos tienen una altísima productividad.
Ello se debe a una conjunción de factores, como la manipulación genética de las plantas de las que nace esta fruta y el uso intensivo de pesticidas; en particular, de los llamados fumigantes, que permiten que los agricultores se deshagan con relativa facilidad de las plagas que podrían arruinar sus cosechas.
Este uso extendido de los fumigantes -que también se da en otro tipo de cultivos, aunque según los expertos no en una proporción tan alta- hizo que recientemente el Centro para el Periodismo de Investigación (CIR, por sus siglas en inglés), le dedicara un extenso reportaje al tema.

Cerca del 90% de las fresas que se producen cada año en EE.UU. proviene de California.
Los responsables de la investigación señalaban, entre otras cosas, que los cultivadores de fresas de California “están enganchados” al uso de pesticidas tóxicos, que presentan riesgos para la salud de los habitantes de las localidades cercanas a los campos.
Esos riesgos son mayores en California, porque para la producción de fresas es necesario un clima benigno: los cultivos se encuentran en áreas cercanas a la costa en las que hay una alta densidad poblacional, lo que hace que los pesticidas estén siendo utilizados en las inmediaciones de casas, escuelas y negocios.
Se ha comprobado que en algunos casos estas sustancias químicas son carcinógenas y pueden provocar problemas en el sistema endocrino.
Un arma química
En algunos casos se ha comprobado que los fumigantes son carcinógenos o pueden provocar problemas en el sistema endocrino.
Uno de los pesticidas que más se usa en el cultivo de fresas en California es la cloropicrina que, como los otros fumigantes, se inyecta en la tierra antes de la siembra para eliminar a los hongos, microbios, insectos y otras plagas que pueden dañar las cosechas.
Lo que llama la atención sobre la cloropicrina -sobre la que no existe consenso entre los científicos sobre si es causante de cáncer o no- es su origen: durante la Primera Guerra Mundial se utilizó como arma química.
Esta sustancia causaba vómitos en los soldados. Los obligaba a quitarse sus máscaras antigás, lo que los dejaba expuestos a armas químicas todavía más letales.
El ejército de EE.UU. envió reservas sobrantes de esta sustancia a Hawái, donde los agricultores de piñas las utilizaron para fumigar sus tierras, en un intento de acabar con una plaga. Los resultados fueron sorprendentes.
De la noche a la mañana las tierras tratadas con cloripicrina multiplicaron su producción y de esta manera nació una nueva generación de pesticidas.
Los fumigantes como la cloropicrina o el 1,3-Dicloropropeno (1,3-D), cuyo uso está muy extendido en el cultivo de fresas en California, se inyectan en la tierra, normalmente en combinación con otros pesticidas, antes de la siembra.
Estos químicos no acaban en la fruta, por lo que no representan un riesgo para los consumidores. El peligro está en el momento de su aplicación, ya que en algunos casos, son inodoros e incoloros y pueden esparcirse por el aire, afectando a los trabajadores del campo y a los habitantes de las comunidades vecinas.
Uno de los fumigantes más potentes, el bromuro de metilo, dejó de utilizarse en la mayor parte de EE.UU. y del resto del mundo hace una década, debido al daño que causa en la capa de ozono.
 


Por el elevado precio de la tierra, los agricultores de California optan por cultivos como las fresas, con los que pueden obtener un amplio margen de beneficios.
En California se ha seguido usando por las exenciones otorgadas por la Agencia de Protección Medioambiental de EE.UU., aunque se acerca su fin, por lo que los agricultores deben recurrir a otras sustancias como la cloropicrina o el 1,3-D.
¿Peligrosos para la salud?
“California tiene una base de datos única en EE.UU. sobre el uso de pesticidas y al analizarla nos sorprendió ver que la utilización más intensiva de estas sustancias se da en la costa, precisamente en las regiones donde se producen principalmente fresas”, le explicó a BBC Mundo Bernice Yeung, coautora del reportaje del CIR sobre el uso de fumigantes.
“Las fresas son una fruta muy difícil de cultivar porque son muy frágiles. Además, de entrada se necesita una inversión importante, así que los agricultores quieren asegurarse de recuperar su dinero usando pesticidas”.
Según Yeung, uno de los principales problemas de los fumigantes es que es muy difícil establecer la relación causa-efecto entre su uso en una determinada comunidad y un caso concreto de cáncer.
La gente que vive cerca de los campos donde se cultivan fresas quiere más información, ya que no tienen claro cuáles son los riegos a los que están expuestos o si las reglas se están cumpliendo
Bernice Yeung, periodista
“Es casi imposible porque hay muchos otros elementos en juego, como otros factores medioambientales o incluso la genética”, señala la periodista.
“La gente que vive cerca de los campos donde se cultivan fresas quiere más información, ya que no tienen claro cuáles son los riegos a los que están expuestos o si las reglas se están cumpliendo”, asegura Yeung.
Desde la Comisión de la Fresa de California (CSC, por sus siglas en inglés) -que representa a los productores de esta fruta- aseguran que el reportaje del CIR es “sesgado” y en él no se habla de las investigaciones que están llevando a cabo “para desarrollar métodos alternativos que reduzcan la dependencia de los agricultores de los fumigantes”.
“Nos preocupa el bienestar de las comunidades cercanas a los campos y de los trabajadores agrícolas. Los productores de fresas nunca llevarían a cabo actividades que pudieran dañar a sus vecinos o a los habitantes de las áreas cercanas a los campos”, aseguró en conversación con BBC Mundo Carolyn O’Donnell, portavoz de la comisión.
“La cercanía entre las casas y los campos ha hecho que los agricultores hayan modificado sus prácticas y que las autoridades hayan implementado nuevas restricciones sobre el uso de fumigantes”, señaló la representante de la CSC.
O’Donnell hizo hincapié en que California tiene el sistema regulatorio de pesticidas más estricto de EE.UU. y señaló que desde su organización están trabajando para hallar “la mejor manera para cultivar fresas, dar trabajo a la comunidad, llevar la fruta a los consumidores y utilizar menos fumigantes”.
Mientras, fuentes del Departamento de Regulación de Pesticidas de California (CDPR, por sus siglas en inglés) aseguraron que todas las decisiones que toman sobre la autorización del uso de fumigantes están basadas en información rigurosa.
Sistema único
Marylou Verder-Carlos, científica del CDPR, le explicó a BBC Mundo que desde su departamento están animando a los agricultores para que realicen un control de las plagas “integral” utilizando alternativas a los pesticidas.
Los campos en los que se cultivan fresas se encuentran en áreas cercanas a la costa en las que hay una alta densidad poblacional.
“Todos los pesticidas tienen que ser registrados en nuestro departamento y antes de aprobar su uso analizamos todos los datos disponibles y pedimos información adicional si es necesario”, apuntó la experta.
Todos los pesticidas tienen que ser registrados en nuestro departamento y antes de aprobar su uso analizamos todos los datos disponibles y pedimos información adicional si es necesario
Marylou Verder-Carlos, científica del CDPR
Según Verder-Carlos, para establecer los límites del uso de fumigantes se basan en la toxicidad de estos, en las cantidades “aceptables” que consideran pueden acabar en el medioambiente y “en los niveles de exposición que puede tener el público a ellos”.
La experta asegura que California es el único estado de EE.UU. que cuenta con un sistema que hace que los agricultores deban informar de las cantidades exactas de pesticidas que utilizan. Los datos son corroborados por un cuerpo de inspectores.
Además, desde 2011 el estado cuenta con una red de sensores que controlan la calidad del aire y que están situados en lugares en los que se da un uso elevado de pesticidas.
Según Susan Kegley, directora del Instituto de Investigación de los Pesticidas, con base en California, uno de los problemas de la región es que los agricultores optan por cultivos como las fresas, con los que pueden obtener un amplio margen de beneficios, “para compensar el elevado precio de la tierra”.
“Si a los agricultores se les sigue dando vía libre en la utilización de los pesticidas nunca buscarán una alternativa”, señala la experta, quien apunta que exiten opciones “orgánicas” no contaminantes, como la biodesinfeccion de los suelos.
“Hay métodos alternativos. Lo que hemos de conseguir es que se utilicen. En algunos casos son más baratos que los pesticidas, así que quizás por ese motivo los agricultores acaben adoptándolos”.
(Tomado de la Revista BBC del día 16 de enero, 2015)

 

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