El
consumo de fresas en EE.UU. se ha doblado en la última década.
Rojas,
suaves, jugosas… y cultivadas con una sustancia que una vez se usó en la
guerra. Son las fresas de California, ahora en medio de un debate nada dulce
que involucra elementos de salud pública, economía y sustentabilidad.
Si usted
ve esta fruta en un supermercado de cualquier parte de Estados Unidos es muy
probable que provengan de California. Pero también es posible que llegue a
ellas si las compra en Canadá, México, Japón o Hong Kong, algunos de los
principales destinos de exportación.
Y es que
de esta región de clima templado y soleado sale cerca del 90% de las fresas que
se producen cada año en todo el país, en una industria que genera alrededor de
US$2.600 millones anualmente. Mientras, cerca del 16% de la producción local se
vende al extranjero.
La
principal razón de que California se haya convertido en el lugar de EE.UU. y
del mundo en el que más fresas se cultivan se encuentra en que sus campos
tienen una altísima productividad.
Ello se
debe a una conjunción de factores, como la manipulación genética de las plantas
de las que nace esta fruta y el uso intensivo de pesticidas; en particular, de
los llamados fumigantes, que permiten que los agricultores se deshagan con
relativa facilidad de las plagas que podrían arruinar sus cosechas.
Este uso
extendido de los fumigantes -que también se da en otro tipo de cultivos, aunque
según los expertos no en una proporción tan alta- hizo que recientemente el
Centro para el Periodismo de Investigación (CIR, por sus siglas en inglés), le
dedicara un extenso reportaje al tema.
Cerca del
90% de las fresas que se producen cada año en EE.UU. proviene de California.
Los
responsables de la investigación señalaban, entre otras cosas, que los
cultivadores de fresas de California “están enganchados” al uso de pesticidas
tóxicos, que presentan riesgos para la salud de los habitantes de las
localidades cercanas a los campos.
Esos
riesgos son mayores en California, porque para la producción de fresas es
necesario un clima benigno: los cultivos se encuentran en áreas cercanas a la
costa en las que hay una alta densidad poblacional, lo que hace que los
pesticidas estén siendo utilizados en las inmediaciones de casas, escuelas y
negocios.
Se ha
comprobado que en algunos casos estas sustancias químicas son carcinógenas y
pueden provocar problemas en el sistema endocrino.
Un arma química
En algunos casos se ha comprobado que los fumigantes son carcinógenos o pueden
provocar problemas en el sistema endocrino.
Uno de
los pesticidas que más se usa en el cultivo de fresas en California es la
cloropicrina que, como los otros fumigantes, se inyecta en la tierra antes de
la siembra para eliminar a los hongos, microbios, insectos y otras plagas que
pueden dañar las cosechas.
Lo que
llama la atención sobre la cloropicrina -sobre la que no existe consenso entre
los científicos sobre si es causante de cáncer o no- es su origen: durante la
Primera Guerra Mundial se utilizó como arma química.
Esta
sustancia causaba vómitos en los soldados. Los obligaba a quitarse sus máscaras
antigás, lo que los dejaba expuestos a armas químicas todavía más letales.
El
ejército de EE.UU. envió reservas sobrantes de esta sustancia a Hawái, donde
los agricultores de piñas las utilizaron para fumigar sus tierras, en un
intento de acabar con una plaga. Los resultados fueron sorprendentes.
De la
noche a la mañana las tierras tratadas con cloripicrina multiplicaron su
producción y de esta manera nació una nueva generación de pesticidas.
Los
fumigantes como la cloropicrina o el 1,3-Dicloropropeno (1,3-D), cuyo uso está
muy extendido en el cultivo de fresas en California, se inyectan en la tierra,
normalmente en combinación con otros pesticidas, antes de la siembra.
Estos
químicos no acaban en la fruta, por lo que no representan un riesgo para los
consumidores. El peligro está en el momento de su aplicación, ya que en algunos
casos, son inodoros e incoloros y pueden esparcirse por el aire, afectando a
los trabajadores del campo y a los habitantes de las comunidades vecinas.
Uno de
los fumigantes más potentes, el bromuro de metilo, dejó de utilizarse en la
mayor parte de EE.UU. y del resto del mundo hace una década, debido al daño que
causa en la capa de ozono.
Por el
elevado precio de la tierra, los agricultores de California optan por cultivos
como las fresas, con los que pueden obtener un amplio margen de beneficios.
En
California se ha seguido usando por las exenciones otorgadas por la Agencia de
Protección Medioambiental de EE.UU., aunque se acerca su fin, por lo que los
agricultores deben recurrir a otras sustancias como la cloropicrina o el 1,3-D.
¿Peligrosos para la salud?
“California
tiene una base de datos única en EE.UU. sobre el uso de pesticidas y al
analizarla nos sorprendió ver que la utilización más intensiva de estas
sustancias se da en la costa, precisamente en las regiones donde se producen
principalmente fresas”, le explicó a BBC Mundo Bernice Yeung, coautora del reportaje
del CIR sobre el uso de fumigantes.
“Las
fresas son una fruta muy difícil de cultivar porque son muy frágiles. Además,
de entrada se necesita una inversión importante, así que los agricultores
quieren asegurarse de recuperar su dinero usando pesticidas”.
Según
Yeung, uno de los principales problemas de los fumigantes es que es muy difícil
establecer la relación causa-efecto entre su uso en una determinada comunidad y
un caso concreto de cáncer.
La gente
que vive cerca de los campos donde se cultivan fresas quiere más información,
ya que no tienen claro cuáles son los riegos a los que están expuestos o si las
reglas se están cumpliendo
Bernice Yeung, periodista
“Es casi
imposible porque hay muchos otros elementos en juego, como otros factores
medioambientales o incluso la genética”, señala la periodista.
“La gente
que vive cerca de los campos donde se cultivan fresas quiere más información,
ya que no tienen claro cuáles son los riegos a los que están expuestos o si las
reglas se están cumpliendo”, asegura Yeung.
Desde la
Comisión de la Fresa de California (CSC, por sus siglas en inglés) -que
representa a los productores de esta fruta- aseguran que el reportaje del CIR
es “sesgado” y en él no se habla de las investigaciones que están llevando a
cabo “para desarrollar métodos alternativos que reduzcan la dependencia de los
agricultores de los fumigantes”.
“Nos
preocupa el bienestar de las comunidades cercanas a los campos y de los
trabajadores agrícolas. Los productores de fresas nunca llevarían a cabo actividades
que pudieran dañar a sus vecinos o a los habitantes de las áreas cercanas a los
campos”, aseguró en conversación con BBC Mundo Carolyn O’Donnell, portavoz de
la comisión.
“La
cercanía entre las casas y los campos ha hecho que los agricultores hayan modificado
sus prácticas y que las autoridades hayan implementado nuevas restricciones
sobre el uso de fumigantes”, señaló la representante de la CSC.
O’Donnell
hizo hincapié en que California tiene el sistema regulatorio de pesticidas más
estricto de EE.UU. y señaló que desde su organización están trabajando para
hallar “la mejor manera para cultivar fresas, dar trabajo a la comunidad,
llevar la fruta a los consumidores y utilizar menos fumigantes”.
Mientras,
fuentes del Departamento de Regulación de Pesticidas de California (CDPR, por
sus siglas en inglés) aseguraron que todas las decisiones que toman sobre la
autorización del uso de fumigantes están basadas en información rigurosa.
Sistema único
Marylou
Verder-Carlos, científica del CDPR, le explicó a BBC Mundo que desde su
departamento están animando a los agricultores para que realicen un control de
las plagas “integral” utilizando alternativas a los pesticidas.
Los campos en los que se cultivan fresas se encuentran en áreas cercanas a la costa en las que hay una alta densidad poblacional.
Los campos en los que se cultivan fresas se encuentran en áreas cercanas a la costa en las que hay una alta densidad poblacional.
“Todos
los pesticidas tienen que ser registrados en nuestro departamento y antes de
aprobar su uso analizamos todos los datos disponibles y pedimos información
adicional si es necesario”, apuntó la experta.
Todos los
pesticidas tienen que ser registrados en nuestro departamento y antes de
aprobar su uso analizamos todos los datos disponibles y pedimos información
adicional si es necesario
Marylou Verder-Carlos, científica
del CDPR
Según
Verder-Carlos, para establecer los límites del uso de fumigantes se basan en la
toxicidad de estos, en las cantidades “aceptables” que consideran pueden acabar
en el medioambiente y “en los niveles de exposición que puede tener el público
a ellos”.
La
experta asegura que California es el único estado de EE.UU. que cuenta con un
sistema que hace que los agricultores deban informar de las cantidades exactas
de pesticidas que utilizan. Los datos son corroborados por un cuerpo de
inspectores.
Además,
desde 2011 el estado cuenta con una red de sensores que controlan la calidad
del aire y que están situados en lugares en los que se da un uso elevado de
pesticidas.
Según
Susan Kegley, directora del Instituto de Investigación de los Pesticidas, con
base en California, uno de los problemas de la región es que los agricultores
optan por cultivos como las fresas, con los que pueden obtener un amplio margen
de beneficios, “para compensar el elevado precio de la tierra”.
“Si a los
agricultores se les sigue dando vía libre en la utilización de los pesticidas
nunca buscarán una alternativa”, señala la experta, quien apunta que exiten
opciones “orgánicas” no contaminantes, como la biodesinfeccion de los suelos.
“Hay
métodos alternativos. Lo que hemos de conseguir es que se utilicen. En algunos
casos son más baratos que los pesticidas, así que quizás por ese motivo los
agricultores acaben adoptándolos”.
(Tomado de la Revista BBC del día 16 de enero, 2015)
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